Intervención del Medio Oriente

Guerra del Golfo Pérsico

La invasión de Irak liderada por Estados Unidos comenzó el 20 de marzo de 2003, después de meses de tensiones diplomáticas y preparativos militares. La justificación principal presentada por Estados Unidos y sus aliados fue la supuesta posesión por parte de Irak de armas de destrucción masiva y su presunta colaboración con grupos terroristas como Al-Qaeda.

La operación militar, conocida como Operación Libertad Iraquí, comenzó con ataques aéreos masivos sobre objetivos militares y de infraestructura en Irak, seguidos por el avance de tropas terrestres desde Kuwait hacia el territorio iraquí.

Las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos avanzaron rápidamente hacia Bagdad y otras ciudades clave, enfrentando en el camino a las fuerzas del régimen de Saddam Hussein y encontrando resistencia de tropas iraquíes.

A principios de abril de 2003, la capital, Bagdad, cayó y las estatuas de Saddam Hussein fueron derribadas públicamente, simbolizando el colapso del régimen de Baath en Irak.

Aunque la fase inicial de la guerra concluyó rápidamente con la caída de Saddam Hussein, la situación en Irak| se complicó rápidamente con el surgimiento de una insurgencia liderada principalmente por sunitas, que llevaría a un prolongado conflicto interno.

Formalmente, la guerra terminó con la retirada de las tropas de combate estadounidenses en diciembre de 2011, bajo el acuerdo bilateral de retirada entre Estados Unidos e Irak.

Sin embargo, la retirada de las tropas no marcó el fin de la violencia y la inestabilidad en Iraq. El país se vio envuelto en una prolongada lucha contra grupos insurgentes y extremistas, incluyendo a Al-Qaeda en Irak y más tarde al Estado Islámico (ISIS), que emergió como una fuerza poderosa en la región a partir de 2014.

A partir de entonces, Iraq ha enfrentado continuos desafíos de seguridad, políticos y económicos, con esfuerzos para reconstruir el país y restaurar la estabilidad.